Lear, El Rey y su Doble
El Rey Lear siempre ha implicado relaciones de poder, por tanto “Lear, el rey y su doble” de Flavia Radrigán, bajo la dirección de Jesús Urqueta hace hincapié en aquello. Siendo una de las tragedias más importante del dramaturgo ingles, esta versión contemporaneizada logra respetar aspectos esenciales con el fin de levantar una mirada sobre nuestra sociedad, en tornos a quienes son nuestros “reyes” que perpetuan el poder de forma inmune ante actos de injusticia. Es imposible no relacionar este Lear con empresarios instalados en la cima de la pirámide social que controlan su patrimonio por sobre todo orden de cosas. Por otra parte, Flavia en una entrevista menciona su referencia con los prisioneros de Punta Peuco, que si bien la relación no es directa, cobra acepción cuando se levanta el tema de la vejez. El hilo conductor se va diluyendo cuando el secreto insestuoso con su hija Cordelia, toma relevancia por sobre el sentido de injusticia social, que si bien es relevante para demostrar lo trágico de su conducta, olvida el eje temático instalado desde un comienzo. La interpretación de Francisco Reyes carece de delirio que demanda los estados de la obra, mientras que Daniel Antivilo no alcanza a denotar ese Bufón torturado. La puesta en escena cuenta con recursos estéticos deslumbrantes, destacados en todos sus aspectos: lumínica, sonora y espacial. Es notable contemplar y dejarse cautivar por largo tiempo solamente de una imagen a través de movimientos atmosféricos, aunque podría valorarse más si la obra tuviese menos cambios lumínicos en su generalidad. Peter Brook dice que es necesario volver a Shakespeare para poder avanzar… entonces ¿Quiénes son nuestros Lear impunes en el poder?
Javier Ibarra Letelier
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